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Neurofisiología del dolor

Durante los últimas quince años se ha ido desarrollando y conceptualizando el dolor como una sensación y experiencia multidimensional. En el saber popular el dolor puede resultar algo sencillo. Vas andando por la calle, te tuerces el tobillo y entonces sientes un dolor más o menos fuerte según si te has dañado mucho o poco los tejidos. Sin embargo, como profesionales de la salud hay que desterrar esta visión del dolor como un fenómeno que va “de abajo hacia arriba”, en el que el daño en el cuerpo produce “señales de dolor” que llegan al cerebro, el cual las reproducirá pasivamente como un espejo. 

El dolor es más bien una salida del cerebro, no una entrada, y se verá modulado por recuerdos, emociones, pensamientos y otras percepciones. Se puede tener daño extenso en los tejidos y ni siquiera sentir dolor, o contrariamente, se puede sentir dolor sin tener ningún daño en la zona en la que lo sientes. 

Como profesional de la salud que trata la mayoría del tiempo con personas que sienten dolor es fundamental que comprendas bien todos los mecanismos y entresijos sobre el dolor ¡Así que no te pierdas la información que viene!

Antes de continuar, te enlazo un artículo que es algo más académico para refrescar los conceptos básicos sobre el dolor y otro más práctico y aplicable con una clasificación clínica para el dolor.

Diferencias entre dolor y nocicepción

El dolor es una sensación subjetiva que siente una persona con el objetivo de proteger una región corporal, como consecuencia de un daño que se ha producido o que podría producirse

La nocicepción es simplemente la estimulación de las neuronas encargadas de responder a un estímulo nociceptivo (Dañino) y su proyección hacia el Sistema Nervioso Central (SNC).

Diferencias entre sentir dolor y percibir dolor

Para ser honestos esta interesantísima reflexión la he sacado de una entrada del magnífico blog del dr Arturo Goicoichea. Siguiendo con su ejemplo, una persona que se levanta un día con dolor en el cuello diría: “me duele el tobillo”. No obstante, al igual que el movimiento no se produce en los músculos, el dolor no se produce en el cuello. El cuello no es capaz de generar dolor ni ninguna percepción. La expresión correcta desde el punto de vista de la neurofisiología sería “Percibo un dolor en el cuello”.  

El cerebro va a evaluar una información proveniente de la interpretación de la situación del organismo a nivel externo o interno. Esta información en ocasiones será recogida por parte de los sentidos, pero en otras ocasiones será una realidad imaginada, en la que no se ha recogido ningún tipo de información sensorial.

Hay una interacción constante entre la información sensorial recogida en tiempo real y de información imaginada. Con la imaginación tenemos la capacidad de activar las mismas áreas cerebrales que se activan cuando nos hacemos daño en la zona sobre la que imaginamos dolor. Si la imaginación del dolor viene acompañada de estímulos sensoriales coherentes con lo imaginado, la percepción del dolor está asegurada.

Por otro lado, en ausencia de recogida de información sensorial por parte de nuestros receptores, la imaginación cerebral tendrá la capacidad de generar percepción de dolor sin que esté sucediendo nada de lo imaginado.

Llegados a este punto, la forma de resolver este episodio de dolor dependerá entre otras cosas de la educación del paciente en biología del dolor y de su capacidad de confrontación ante este hecho.

Las creencias en el dolor

Como decíamos en el apartado anterior, la percepción es una función compleja que se basa en la comparación de información real proveniente de nuestros sensores y la información imaginativa (Con la función de predecir y anticiparse a la situación). Pues bien, a este enfrentamiento de información, hay que sumarle las creencias de la persona. En el momento que la persona de nuestro ejemplo sienta dolor de cuello porque el modelo anticipativo y la información que llega a través de nuestros receptores (Que puede estar falseada y/o ser inventada como decíamos en la sección anterior) confirmen que hay una amenaza, podríamos tener varios casos:

  1. Mi vecino comenzó con dolores cervicales de este tipo y finalmente le descubrieron que era un cáncer que lo dejó tetrapléjico. Seguro que a mí me pasa lo mismo… Esto obviamente puede doler mucho.
  2. La verdad es que estoy estresado, adopto muy malas posturas, y además en la radiografía que me hicieron tenía mucha artrosis… solo me queda soportar este dolor. Este caso, que es menos exagerado que el anterior, generará también dolor y a la hora de abordarlo habrá que derribar ciertas creencias.
  3. Siento dolor. En mi cerebro se ha activado el estado de alerta-protección. Creo que no hay motivo. Voy a relajar física, cognitiva y emocionalmente mi cuello, y centrarme en lo que estoy haciendo, sin miedo a que eso perjudique los tejidos del cuello. Y además voy a llevar un estilo de vida activo.

Pues bien, con todo esto queda claro que la percepción de dolor surge siempre de un complejo proceso evaluativo de la situación interna y externa del organismo, en la que intervendrán nuestro conocimiento, nuestra propia experiencia, la observación de hechos y relatos ajenos y por supuesto de la información que un profesional de la salud nos pueda aportar.

Las expectativas de que el dolor es un signo de daño, el miedo relacionado con el dolor y las conductas de evitación pueden aumentar el dolor y la interferencia con las actividades diarias. 

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